La puerta que se cierra

Ha habido tanto que he ignorado estando contigo, tanto que he dejado escapar, y es ahora que me empiezo a fijar. Tan sólo hace unas horas que todo se terminó pero es precisamente aquí cuando observo desde fuera, lejos de esa posición absurda en la que me acostumbré a estar.

Gracias.

Son tantos momentos, tanto lo que disfrutamos, tanto lo que sufrimos, que es muy complejo resumirlo en unas simples líneas con unas palabras que jamás se cargarán de todo el sentimiento que hubo en su día, que se quedó atrás, que volvió pero que finalmente se fue…

Siempre serás ese punto de inflexión que me ayudó a crecer, que estuvo ahí, día y noche, por y para mí, siendo el mejor respaldo que una persona puede tener tras de sí.

¿Puedo decírtelo una vez más? Gracias.

Siempre guardaré aquel día que tan bien conocemos tú y yo y al que en innumerables ocasiones hemos vuelto. Nunca olvidaré cómo avanzamos. Recordaré esos largos paseos, las conversaciones, el frío y tus manos. Esas manos que tantas veces me arroparon, que cada vez que las buscaba estaban ahí o sobre cualquier parte de mí; esos ojos tímidos que costaba hacer centrar. Nuestros torpes movimientos, ahora ambos… Pero fue bonito, difícil, pero hermoso.

Sólo tú y yo sabemos en qué ha consistido todo esto. También sólo nosotros sabemos quién dio más y quién menos, quién mereció tanto y quién no. Pero lo que importa es que fue, existió y lo tuvimos cerca, estuvimos dentro.

¿Una última vez? Gracias.

Siento no haber cumplido las expectativas.

‘’Gracias por hacerme soñar tres años’’

Sé feliz mi vida.