lunes, 13 de diciembre de 2010

Despierta

El insomnio acecha a mis párpados y no los deja descansar sin sueño. Quizá yo tampoco lo quiera, por si te dignas a dormir profundamente, sin avisar, y se alza real mi pesadilla. 
Tus pupilas se recuperan ahora en la profundidad y silencio de tus ojos. Sé que no dejarán de brillar, ni ahora ni hasta dentro de mucho tiempo, por lo menos hasta que yo no caiga en la oscuridad también. Porque si el universo deja de reflejarse en ellos, el sol no volverá nunca a iluminar el cielo. No puedes irte sin que te diga que te quiero. 

Estoy muy lejos, no puedo apretar tu mano y desear sin suceder que tú reacciones. El cosquilleo baila por la palma de la mía y juega con mis dedos si lo imagino. 
Tengo tu imagen en la cama del hospital pero sé que no estás de la misma forma en la que te vi la última vez. Ahí me sonreías y hoy, herida, serías incapaz. 

Tus ojos y tu boca, dos señales truncadas en este viaje de costosos y elevados peajes. Yo los sigo recordando, al igual que cada parte de ti. No duermas más, eres la jefa de la manada y necesito verte alerta, como cuando te despertabas por la noche asustada y encogida sobre mis rodillas. Y si ya no soy quien te observa y se ríe, sí soy quien guarda por la paz de tus pestañas y hasta de tus cejas.


No me mires a mí, mira a quien te arañaba por las tardes, por las mañanas y hasta de madrugada, y si eres consciente en algún lugar de tu letargo hospitalario, bosteza y vuelve en ti. Si luchas por tu vida tanto como lo has hecho por la de los demás, sé que serás capaz de vivir y seguir haciendo felices a quienes deleitabas con tus infinitas quejas. Si yo pudiese, dejaría de bostezar por ti, de desperezarme y de entornar los ojos. No los volvería a abrir siempre y cuando me prometieses que no dejarías de hacerlo tú.

Tengo dos pulmones, me sobra uno y medio. Vivo sin corazón, podría vivir sin el resto. Te daría todo lo que me sobra si con ello consiguiese escucharte gruñir una vez más. Saliste del primero, saldrás del segundo coma, porque eres la leona más fuerte y más increíble que, sin haber visto nunca a uno, contemplaré jamás. Despierta grandullona, es hora de devorar, tengo aquí la leche y las galletas. 

1 comentario:

  1. Es complicado tener lejos a alguien a quien quieres, más aun si esa persona lo está pasando mal y te necesita. Puede que esa persona siempre sepa que estás ahí, pero no sea suficiente.

    Uno de los mejores Bea, por sí solo además. Sigue así (k) :)

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