martes, 5 de abril de 2011

Indeterminación

Quería irse. La soledad de su habitación estaba anulando su recuerdo del ‘’mundo’’, y la visión de la realidad se extinguía, como su vida, que cada vez con más pendiente tendía a un cero constante. Cuando se vio sentada en una de las pocas cafeterías del pueblo en el que residía, no sabía si se arrepentía de su atrevida decisión. Se encontraba dentro de una profunda indeterminación. Lo que había conseguido saliendo era volver al día a día, al pasar de gente, a oír de fondo la melodía de los gritos de los bares, las horas punta. Se había transportado a los problemas de la madre que no logra la obediencia de sus hijos mientras charla con otra mujer, a los amigos que comparten unas caladas hablando de lo más estúpido.


Llevaba dieciocho minutos mirando a un niño que había vaciado seis o siete sobrecillos de azúcar sobre la mesa, y hacía formas sobre ellos con los dedos. Aproximadamente en quince minutos de ese tiempo, su hermano mayor no apartó la mirada de un chico que leía en una de las esquinas del local. Éste se había dado cuenta. ¿Qué pensaría cada uno? La mente de Pilar no tardó en ponerse a trabajar y en buscar relaciones entre ellos. Le gustaba, no lo podía evitar. Imaginar vidas impropias, inventadas, le ayudaba a huir de la monotonía. A veces se acostaba en la cama e imaginaba situaciones que pensaba que nunca viviría; no con la misma intensidad. Cerraba los ojos y mantenía conversaciones en voz baja consigo misma, fingiendo la presencia de dos personas, tres. Una aventura, un novio, un orgasmo. Evitaba fumar después, el estar pendiente del cigarrillo la desvelaba y le hacía caer en la cuenta de que su mente la había atrapado nuevamente. Si conseguía dormirse, a la mañana siguiente notaba una extraña sensación, tristeza, desazón, pero se le pasaba en cuanto empezaba a ocuparse con los quehaceres de un día normal.

La perspectiva dentro de aquella cafetería no cambiaba, no lo hacía nunca, y era reconfortante llegar a un lugar en el que todo parecía siempre igual. Uno de esos sitios en los que el tiempo ‘’no pasa’’, no en los hábitos aunque las personas cambien. Beber, hablar, alguna lágrima, risas. Lo irritante era tener que volver a casa, a su habitación. Seguramente tenía que salir más. La indeterminación fue tapada durante un rato por el olor y la espuma del café, las vidas ajenas y la imaginación de una mejor para todos, aunque más para ella misma. A veces olvidaba que hasta lo más imposible se puede conseguir.

3 comentarios:

  1. Siempre consigues salir airosa de esto eh? :)
    Buen relato, como siempre, breve pero intenso. Algunos detalles me hicieron sonreir :)

    No todo está perdido ;)

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  2. La indeterminación es aquella que no nos deja elegir el camino correcto, pero cuál es correcto. Las decisiones son caminos que confluyen en un punto, el punto de elección, y sin saber porqué tendemos a equivocarnos de una forma consciente. Con el fin de fantasear con una realidad aun mejor. Pero a la vez, abrumados por ese nuevo cambio, tomamos el camino de lo que es 100% correcto, llevándonos a una indeterminación en nosotros mismos y creando una realidad a la cual no queremos pertenecer.


    Excelente Bea, diste en un tema crucial y solo tu lo sabes plasmar de esta forma.


    Saludo de un indeterminado. ¡Cuídate!

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  3. Me gusta el nuevo estilo del blog! :)

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