domingo, 26 de junio de 2011

Titanic de madera

Nos perdimos sin darnos cuenta. Nos chocamos una y otra vez, como coches de choque, como personas que giran en círculos buscando un camino que saben que no encontrarán, y creo recordar que tú dijiste que algo te alejaba de mí. Tan bien como yo sabías que éramos un Titanic de madera barata, y que si nos partíamos ya no quedaba cola con que unir las mitades. Por eso te advertí que no me dejases caer, que prefería hundirme y ahogarme a encallar sola. Pero volviste a no hacerme caso, te apartaste, y ahora te odio casi más que antes. Qué mal llevo no haberte querido bien. 

2 comentarios:

  1. Hay casos en los que ambas partes reman en un sentido sin que la otra sepa en cual. Piensan por los dos, sin saber qué piensa el otro, buenas intenciones por llevar una relación a un punto que no consiguen poner en común, y no porque discrepen en él, si no porque no es puesto sobre la mesa.

    En algún punto de la vida, todos nos convertimos en barcos de madera, de papel diría yo, suplicamos a esa persona por nosotros, pero puede que en realidad sea porque no sabemos cómo salvarnos nosotros mismos.

    El miedo en la imaginación es más fuerte que el miedo en nuestras bocas o en nuestros actos. Sólo si nos lanzamos y tiramos nosotros el primer avion de papel, quizá veamos respuesta, o quizá no, pero siempre podemos quedarnos en la liberación de haberlo lanzado, no haberlo retenido después de tanto esfuerzo empleado en su fabricación.

    Breve pero conciso, especial, como siempre, y casi perfecto, tal cual. Espero leer más muy pronto :)

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  2. Si reman las dos partes y se tiene un rumbo fijo, la cosa va viento en popa, si no... se dan vueltas sobre uno mismo.
    Genial (L)

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