viernes, 12 de agosto de 2011

Granizado

- ¿Me pone un granizado de sandía, por favor?
Se había parado delante de un carrito situado en la entrada del parque de Las Fresas, y mientras el camarero le servía su comanda, se quedó observando detenidamente el movimiento de las manos de éste. Lo hacía mecánicamente, supuso, porque cogió el vaso, la jarra y la tapa de plástico del envase casi sin apartar los ojos de sus pies. Dándose cuenta del ensimismamiento del dependiente, trató de llamar su atención con unos golpecitos secos de sus nudillos sobre el mostrador metálico.
- ¿Deseaba algo más?
Al pronunciar estas palabras alzó los ojos de sus zapatos pero tampoco ahora le miró directamente.
- Pues... ¿podría ponerme uno de esos lacitos salados?
Fue lo primero que se le ocurrió, y esto era lo que más alejado estaba del camarero. No había mucho donde elegir, era un puesto pequeño donde no había más de doce o trece productos contando con los sabores de los granizados, la horchata y un par de dulces y salados. Quería seguir mirándole.

Tras la barra los mismos movimientos: barbilla baja, ojos apagados y pasos certeros, casi calculados. Se hizo con una servilleta y palpando rapidamente con ella, cogió el aperitivo y se colocó en la posición en la que estaba al principio, cerca de la caja registradora. Acto seguido, puso el granizado y el lazo sobre el mostrador
- ¿Alguna cosa más?
- No, está bien así.
- Serán dos euros con cincuenta céntimos, por favor.
Por mucho que le clavaba la vista, sus ojos seguían pragmáticos. No le miraba y era como si no le hiciese falta para saber que estaba ahí. Sus pupilas seguían puestas en cualquier otra parte. Sabiendo que ya no podía retrasar más el momento, el cliente sacó una moneda de dos euros, una de veinte céntimos y tres de diez. Las puso al lado del vaso, y al escuchar el contacto repicante de éstas, el dependiente alargó la mano y las tomó. Pasó los dedos por ellas fiándose más del tacto que de la apariencia. Era un gesto que desde fuera del mostrador ya le resultaba familiar al cliente porque llevaba varios días repitiendo la rutina del granizado.
- Gracias.
- A usted. Que lo disfrute.

Ya cargado con el vaso en una mano y el lacito salado en la otra, fue caminando hacia la puerta del parque. Se sentó frente a una fuente donde los patos acostumbraban a nadar. No era demasiado amplia pero por lo que había comprobado, alguien lanzaba comida dentro y los animales, nada tontos, habían aprendido que ahí en el fondo tenían reserva de alimento. Dando pequeños sorbos y grandes bocados se puso a reflexionar sobre los patos y sus movimientos, y también en los del camarero del carrito. No era tan raro que alguien como él desempeñase un trabajo pero ese tal vez era peligroso. Si él se había dado cuenta de su carencia, cualquiera podría hacerlo y asaltarle a la hora del cierre con la caja llena. Sintió pena porque igual ya le había ocurrido alguna vez.
Cuando terminó la merienda, anduvo un rato entre los árboles y las flores hasta que se decidió a volver a casa. Pasó nuevamente por delante del puesto, miró al camarero y éste ni se inmutó. Seguía de pie con los ojos fijos en uno de los extremos de su rectángulo. Pensó en hablarle pero en eso quedó, en un pensamiento. Inició el camino de vuelta sintiéndose privilegiado por haber visto a los patos sumergirse en el agua, por ser espectador de la caída del sol en ese momento, y por poder cruzar la calle sin necesidad de un bastón o del pitido de los semáforos. Cuatro días atrás sabía que no habría valorado nada de eso, algo tan simple que la naturaleza nos da sin pedir nada a cambio, aunque a algunos se les prive de ese derecho sin justificación.

1 comentario:

  1. Cualquier cosa que cuente algo será bien recibida. Dan ganas de saber un poco más dobre ellos y mas que nada sobre él, porqué va sólo al parque? Es misterioso :)

    Muy buen cambio de look al blog, me encanta a mas no poder :).

    Lo más importante, antes que escribir buenas cosas, es que nunca dejes de escribir, porque sabes hacerlo demasiado bien como para dejarlo.

    Y una regla que cierto payaso dijo anoche: "Si sabes hacer algo realmente bien, nunca lo hagas gratis", asique te debo un helado :)

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